Era una extraña noche de verano. Caminaba por una pequeña avenida junto al mar. Escuchaba el sonido de las olas acariciando la arena. Olía su fuerte aroma a sal y frescura. Llamaba poderosamente la atención el estremecedor silencio de voces humanas. No había nadie ni hombre, mujer ó niño que pudiera encontrar a su paso ó a lo lejos. Estaba solo. Él, el mar y ese incómodo empedrado que cubría la avenida. De pronto tuvo la certeza de que no caminaba, corría… sí, corría pero ¡¿por qué?! No lo recordaba. Ni siquiera sabía lo que hacía en aquel lugar frente al océano. ¿Huía de algo o de alguien? ¿Se dirigía a algún lugar? ¿Por qué estaba descalzo? Conservaba la ropa, podía sentirla mientras seguía corriendo, aparentemente en dirección hacia el embarcadero. Frenó en seco sus pasos al llegar frente a una vieja barca de madera que debía llevar abandonada allí mucho tiempo. Le dolían terriblemente los pies. Bajó la vista y sus ojos, irritados por el roce del viento envenenado con los perfumes del mar, apreciaron las cortadas en sus pies. Sangraban. ¿Cuánto tiempo llevaba corriendo descalzo? Se quedó de pie observando aquella vieja barca que habían cubierto de dibujos y palabras. Era como un pequeño lienzo multicolor medio enterrado en la arena.
Se acercó a mirar algunas de las inscripciones. Sobre todas las palabras, destacaba una frase: “El mar es ahora tu hogar, adéntrate en él y encontrarás tu vida.” Un conjunto de palabras sin sentido pero que tenían cierta melodía al leerlas en voz alta.
Ahora ya no corría, sin embargo, podía sentir como avanzaba hacia adelante. Su cuerpo se movía aunque con cierta dificultad y notaba sus ropas mojadas. Las heridas de los pies le quemaban como si les hubieran echado sal. De pronto lo comprendió, estaba caminando hacia el océano infinito que tenía delante de él. “El mar es ahora tu hogar”, sonaba en su cabeza una y otra vez.
Mi hogar. Mi vida. A él pertenezco, no puedo evitarlo.
Me hundo. No puedo respirar.
Ahora lo entiendo. Ahora te escucho. Ahora te veo. Te veo a ti, amada mía, que un día te perdiste en este mar azul y profundo que hoy nos ha vuelto a reencontrar.
Ya siento la vida. Ya siento la libertad.